Origen
Las conclusiones sugieren que este fenómeno puede ser más frecuente de lo que parece. Entre las causas que barajaron los científicos para llegar a la raíz de el trastorno se encuentra haber padecido agresiones sexuales en algún momento de sus vidas (lo que provoca sentimientos de culpa y vergüenza, y también características psicológicas personales de las mujeres.
Esos argumentos dejarían tranquilas (por el momento) a las parejas, pues, al parecer, los gestos torcidos no serían consecuencia de malas maniobras o poca destreza en la cama. Sin embargo, la sexóloga y terapeuta de pareja Ana Mercedes Rodríguez matiza que «hay mujeres que no llegan al orgasmo placentero cien por cien y se quedan con un “regustillo” amargo. Muchas veces es debido a que no han sentido esa unión con la pareja. Pueden quedar insatisfechas desde el punto de vista psicológico, por no sentirse atendidas como esperaban. Otras, porque no alcanzan el ansiado orgasmo simultáneo».
La otra variable es «que se excitan, pero sencillamente no llegan al clímax, y aunque la sensación sea agradable, se quedan con ganas de completarlos».
Unos factores que no han tenido en cuenta los australiano. Schweitzer explica que «no asociamos esta sensación con la ausencia de amor hacia mi pareja o de mi pareja hacia mí, porque no creo que tenga relación con este fenómeno».
Otra de las hipótesis que tienen en mente está orientada a «una posible predisposición biológica como fuente importante en la comprensión del trastorno». De ahí que el científico y su equipo planteen próximos estudios. «Quiero ver cómo las mujeres ven su “sentido de mí” para ver si conduce al trastorno».
La otra variable es «que se excitan, pero sencillamente no llegan al clímax, y aunque la sensación sea agradable, se quedan con ganas de completarlos».
Unos factores que no han tenido en cuenta los australiano. Schweitzer explica que «no asociamos esta sensación con la ausencia de amor hacia mi pareja o de mi pareja hacia mí, porque no creo que tenga relación con este fenómeno».
Otra de las hipótesis que tienen en mente está orientada a «una posible predisposición biológica como fuente importante en la comprensión del trastorno». De ahí que el científico y su equipo planteen próximos estudios. «Quiero ver cómo las mujeres ven su “sentido de mí” para ver si conduce al trastorno».
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